Autoaceptación. La clave para todo cambio

Acepta todos tus matices y cambia lo que consideres.
Hoy y después de un tiempo sin publicar, centrados en seguir investigando y aprendiendo, queremos abordar un concepto, o más bien, una variable esencial en todo proceso de aprendizaje, cambio y desarrollo o mejora.
Está un tanto manoseada y creo que vamos a ir un poco más allá del uso habitual con el que se suele utilizar. Nos referimos a la Autoaceptación
Podemos considerar que la autoaceptación es un constructo psicológico fundamental que se refiere a la capacidad que tenemos para aceptarnos a nosotros mismos, sin una valoración o exigencia de que debería “ser de otra manera”,o que “no debería tener este aquel otro problema dificultad”.
La autoaceptación, aparece estrechamente relacionada con la autoestima (el autoconcepto), y con la autoconciencia o mejor dicho, el autoconocimiento, que me parece más adecuado.
“En ese momento dejó Shiddhartha de luchar contra el destino, en ese momento dejó de sufrir. Sobre su rostro floreció la serenidad de esa sabiduría a la que no se opone ya ninguna voluntad, de esa sabiduría que conoce la perfección y que se aviene con el río del devenir, con la corriente de la vida, llena de compasión y simpatía…”(Herman Hesse: Shiddhartha. Pag. 191 – Debolsillo)
Como siempre hacemos, vamos primero a definir y aclarar que vamos a tratar.
¿A que nos referimos con Autoaceptación?
Definición y Fundamentos Teóricos
Se suele entender por autoaceptación la capacidad de reconocer y valorar las propias características, habilidades y limitaciones, sin sentir la necesidad de cambiar o modificar aspectos fundamentales de la propia identidad.
Si bien compartimos la primera parte, considerando esencial conocer y reconocer nuestra manera aprendida de comportarnos en todos los ámbitos (emocionalmente también), es decir, “conocerse”, conocer cómo y porqué actuamos como lo hacemos; no podemos compartir de ninguna de las maneras la segunda parte, es decir, “sin sentir la necesidad recambiar o modificar aspectos fundamentales de la propia identidad” y no lo hacemos por varios motivos:
1- ¿Y si esos aspectos fundamentales están en la base de mi malestar, de mis limitaciones?, ¿no los cambio porque son fundamentales?
2- Otra pregunta necesaria en este punto es ¿qué es la identidad?. Mi manera de comportarme ¿no es parte consustancial de mi identidad?, es más, que me guste el chocolate negro y no el blanco ¿no es parte de mi identidad?. Por lo tanto, si cambio maneras de actuar, ¿pierdo mi esencia y mis fundamentos?. Hegel nos daría una buena lección aquí, pero no el momento ni el lugar para ahondar en ello. Nos conformamos con dejarlo apuntado como reflexión.
Carl Rogers, planteó la paradoja de la aceptación, según la cuál “cuando me acepto como soy, entonces es cuando puedo cambiar.” Y en este punto es donde encaja el planteamiento desde el que abordamos aquí la autoaceptación.
Lo que afirmamos y vemos reafirmado diariamente en la práctica, es que:
- No se puede cambiar lo que no se conoce
- Solo si se acepta lo que se conoce, se podrá cambiar
Evidentemente falta un tercer elemento, que es, trabajar para el cambio, implementar las estrategias que permitan aprender nuevos modos de gestionar, de comportarse, de reaccionar.
Vamos a desarrollar estos 2 puntos cruciales y esenciales para todo cambio, mejora, desarrollo.
¿Cómo Autoaceptarse?
Con frecuencia una gran parte de nosotros tenemos una tendencia a rechazar lo que nos incomoda, que por otra parte es razonable y comprensible. El problema viene cuando lo que recházanos son determinadas maneras que tenemos de actuar y sentir, exigiendo e imponiendo que “no deberíamos ser así”.
Pongamos un ejemplo: “Tengo un enorme dificultad para decir no a los demás y tiendo a estar cotidianamente condicionado por la opinión y aprobación de los demás, haciendo muchísimas cosas que no quiero y renunciando a mis intereses en beneficio de los intereses de otros”. Esto me provoca mucho malestar.
Sin duda alguna, siguiendo con el ejemplo, es evidente que he aprendido a evitar la confrontación y busco sentirme bien con el reconocimiento y la aceptación de los demás, y como me han funcionando determinadas pautas de comportamiento para conseguir esa aprobación, se han instalado y las replico una y otra vez. Que hayan funcionado y funcionen en la inmediatez, no quiere decir que a medio, largo plazo, no sean el origen de malestar y sufrimiento
Como argumentábamos en el primer párrafo, con frecuencia, y muy reforzado por lo que hemos podido escuchar en no pocas ocasiones, tenemos a rechazar esa manera de comportarnos:
“Debería imponerme”
“No debería dejarme pisar”
“Nadie me toma en serio”
“Nadie me respeta”
“No valgo para nada”,…
Planteemos aquí una pregunta: ¿sé comportarme de otra manera?, ¿he aprendido otros modos de actuar y relacionarme?. Es evidente que NO, y llegados a este punto ¿puedo impedir/evitar haber aprendido lo que he aprendido?. Nuevamente, la respuesta es NO, y eso no es opinable, es una evidencia.
Y siguiendo con el formato de cuestionamiento, estamos muy socráticos hoy, ¿Se le puede exigir a una persona que haga algo que no sabe, todavía, hacer? Importante que cada cuál se detenga a ver que respuesta da.
Lo que si parece que si se le puede pedir a una persona es aprender, como vía para saber actuar de otro modo.
Pero, ¿qué pasa si la persona pone el foco en rechazar y exigirse tener que actuar de otro modo (sin saber hacerlo)? Pues que va a esperar resultados distintos haciendo lo mismo, es decir, repitiendo lo que sabe hacer.
Por eso, si ponemos el foco en conocer y entender por qué funciono (al fin y al cabo todo lo que hacemos es funcional) de una determinada manera (en el ejemplo, identificar que evito el conflicto para evitar un malestar, ya que lo he experimentado como un castigo), ya aparece un objetivo muy concreto de trabajo.
Si además mantengo el foco en aceptar que es así, que no es ni bueno, ni malo, ES, y no puede NO SER, estaré aceptando el malestar que me causa y reconociendo el trabajo que tengo que realizar para aprender modos alternativos de actuar.
En ese proceso, con frecuencia podemos necesitar ayuda, o por lo menos mucha observación. De hecho, es parte consustancial de todo proceso terapéutico riguroso.
Y como fin de este apartado, sustituyamos proceso terapéutico o método de trabajo, por proceso de entrenamiento y/o aprendizaje, que realmente es de l que se trata en esencia.
Desafíos y Obstáculos para la Autoaceptación.
Es importante apuntar variables que habitualmente favorecen que la autoaceptación brille por su ausencia y que sea un proceso desafiante. De manera esquemática, para no externos mucho:
- Presión social y cultural: La sociedad y los medios de comunicación pueden promover estándares y expectativas poco realistas que pueden hacer que nos sintamos inadecuados o insuficientes, y que tengamos que ocultarlo o eliminarlo.
- Expectativas y metas poco realistas: Relacionado con lo anterior podemos desarrollar expectativas y metas que no son realistas, lo que normalmente lleva a la frustración y la decepción.
- Miedo al rechazo y la crítica: El miedo al rechazo y la crítica, “obliga” a tener que dar “una buena versión” de si mismo. Lo cual supone que la “versión” actual es mal. Así complicado avanzar.
Estrategias para Fomentar la Autoaceptación
Existen varias estrategias que pueden ayudar a fomentar la autoaceptación, incluyendo:
- Práctica de la autocompasión: La autocompasión implica tratarse a uno mismo con amabilidad, comprensión y paciencia. Nos atrevemos a decir “tratarnos como l que somos, humanoides tratando de seguir adelante”.
- Reconocimiento y valoración de las propias características: Reconocer y valorar nuestra propias características, habilidades, logros, dificultades,… y también nuestra vulnerabilidades, claro.
- Desarrollo de una visión realista: es decir, dónde estoy, dónde quiero llegar y que tendré que hacer. Nos ayudará a reducir la presión y el estrés asociados con la necesidad de cumplir con estándares poco realistas.
Conclusión
Un buen modo de establecer una conclusión es plantear un paralelismo. ¿Qué ha hecho la medicina y la cirugía para mejorar nuestro estado?. Primero se ha centrado en investigar y estudiar cómo estamos diseñados, que “defectos” de diseño podemos tener, que recursos tenemos para protegernos/repararnos y cuáles son los patógenos que pueden causar la enfermedad y el malestar. Y a partir de ahí, ha tratado de investigar maneras de actuar y curar, y en alguno casos prevenir (la inmunología).
A título individual, si ante una enfermedad nos centramos en negarla, en “rabiar” entorno a “por qué he tenido que enfermar”, etc, etc,…¿nos ayudará a cambiar y mejorar nuestro estado de salud? Parece que la respuesta es evidente: NO.
Pues exactamente eso mismo es lo que implica la autoaceptación:
Reconocer cómo funcionamos y nuestras vulnerabilidades, identificar los elementos perturbadores, aceptarlos y desde ahí trabajar para corregirlos.