Vaginismo – Candado al placer

 Cuando abrir un candado es un reto y una bendición

Vaginismo - candado al placer

Se dice que para gustos los colores, que sobre gustos no hay nada escrito y que cada persona es un mundo, se dice esto y muchas cosas más. Y si cada persona es un mundo que decir del universo que puede suponer una vagina: ni son todas iguales ni todas se mueren por ser penetradas.

Hay vaginas que prefieren encuentros eróticos alejados del coito,  pero si se da, se da. Otras protestan y sienten dolor durante el coito. Algunas no dejan que un pene se introduzca dentro de su cuerpo . Estás últimas forman parte del grupo de vaginas con vaginismo.

  • “Nos amamos, pero no tenemos sexo”
  • “No me interesa el sexo pero quiero tener un hijo”
  • “Tenía miedo de que mis parejas pensaran que en realidad no estaba enamorada de ellos o que no me atraían físicamente”.
  • “hasta me alegraba que mi marido tuviera amantes”.
  • “Creo que hacia tiempo que el sexo era un mal menor”
  • “¿Por qué no puedo tener sexo con el hombre que amo?”

Estas manifestaciones de mujeres con problema de vaginismo,  dicen más que muchas enciclopedias, y nos dan una buena idea de todo lo puede esconderse detrás de ese cartel de VAGINISMO.

Ni todas las mujeres lo viven igual, ni todas lo quieren “resolver” por los mimos motivos, y todos y cada uno de ellos son absolutamente válidos.

Lo que si que es bastante común es que muchas mujeres se sientan raras o avergonzadas a la hora de hablar de asuntos relacionados con el sexo, el dolor y la imposibilidad de mantener relaciones con penetración. 

Se habla poco, pero los porcentajes son preocupantes.  Las cifras de vaginismo oscilan entre un 2 y un 4% de las mujeres adultas, aunque algunos investigadores hablan hasta de un 7% de las mismas, y se ha llegado a hablar de un 12%.

Si el sexo no se vive de forma natural, es que se está tratando antinaturalmente, y eso no parece my saludable
DEVIDAMENTE

¿Y qué es exactamente el vaginismo?

El vaginismo está dentro del grupo de los trastornos sexuales por dolor. En la última publicación del manual DSM-V «los trastornos relacionados con el dolor (dispareunia y vaginismo) se fusionan en lo que se denomina  trastorno por penetración / dolor genito-pélvico», si bien funcionalmente sigue siendo interesante diferenciar vaginismo de dispareunia.

El vaginismo consiste en la aparición persistente de espasmos, contracciones musculares involuntarias (normalmente por condicionamientos al dolor) de la musculatura del tercio externo de la vagina (músculos del suelo pélvico). Estas contracciones originan el cierre parcial o total de la misma, dificultando o impididendo la penetración. 

Y todo esto ocurre, independientemente de la excitación. La mujer puede estar excitada, puede desear como la que más, pero ante el horizonte de una posible penetración, la vagina se contrae y se “cierra” sin preguntar.

Que duda cabe que con el paso del tiempo, la excitación y el deseo suelen verse afectados y  el interes por el sexo se reduce, o incluso desaparece. Al fin y al cabo, no es muy alentador ni excitante anticipar que las relaciones sexuales sean un momento de dolor y malestar.

Tipos de Vaginismo

Cada mujer es un mundo y las variaciones son muchas. Así  en base a los últimos estudios, se habla de dos grandes conjuntos:

  • Vaginismo total: Se presenta una contracción total en la zona del suelo pélvico. Es algo que queda completamente fuera del control de la mujer con un imposibilidad total de penetración y con frecuencia se hace extensivo a introducir un tampón, por ejemplo
  • Vaginismo parcial: la diferencia con el anterior es un reflejo parcial de contractura muscular.  Se cierra la vagina durante la penetración (o intento) generando molestias importantes, que pueden llevar a necesitar la retirada.

También es importante distinguir si se trata de un vaginismo primario, de toda la vida o de un vaginismo secundario, que ha aparecido después de una vida sexual donde la musculatura vaginal no ha dado señales de vida.

El Vaginismo primario normalmente tiene que ver únicamente con factores psicológicos o combinados, raramente existe una causa orgánica.  Es en  el vaginismo secundario donde nos encontramos más casos donde aspectos físicos como una lesión por cirugía, una recuperación postparto complicada, una caída o accidente,  una candidiasis o cistitis de repetición, están presentes. No obstante los factores psicológicos son igualmente mucho más frecuentes. Pero esto es solo la norma, son muchas las excepciones.

¿Y por qué pasa esto?

Son muchas razones por las que una mujer puede sufrir de vaginismo. No vamos a poder profundizar aquí en todas ellas, porque daría para varios libros, pero al menos si mencionarlas y saber de su existencia y aportar una granito más de arena para desmontar mitos y tabúes entorno al sexo en general y a la cerrazón de la vagina en particular.

Cuando se quiere obtener una respuesta a estas preguntas: ¿porqué ocurrió y se cerró la vagina? o ¿porqué se mantiene el problema y sigue “cerrada”?, las respuestas rara vez son simples.

Nos encontramos con la posibilidad de que existan causas y explicaciones físicas, orgánicas, y  casi siempre psicológicas. Y aunque como tal no se plantea , en muchos casos detrás de un problema de vaginismo se esconde un relación de pareja complicada y que derivará en factores psicológicos que explican el problema de vaginismo.

Causas Físicas

Entre las posibles Causas Físicas, nos encontramos:

  • Himen hipertrófico o inflexible
  • Mal recuperación postparto (episiotomía, debilidad musculatura perineal,…)
  • Lesiones en los músculos pélvicos
  • Inflamación pélvica
  • Endometriosis
  • Candidiasis
  • Cistitis de repetición.
  • Tumores
  • Cicatrices postquirúrgicas o postparto
  • Alteraciones en la piel de la vulva

Si bien no son las causas más probables, es conveniente una visita y revisión ginecológica, evitada por muchas mujeres precisamente por el dolor que anticipan con la exploración, pero poco a poco. Si primero hace falta prepararse para esa visita, se prepara una.

Causas Psicológicas 

Existe un factor que acompaña y que subyace en la mayoría de las variables psicológicas que se esconden detrás del vaginismo. Hablamos de la educación, de las creencias, de la información o desinformación que existe entorno al sexo, y concretamente a la sexualidad femenina en este caso.

Seguro que no son del todo desconocidas lindezas como:

  • “no te toques ahí” (la denostada masturbación femenina),
  • “eso hay que protegerlo como un tesoro”,
  • “hazte valer”,
  • “no seas frígida”,
  • “no seas guarra”, etc…
  • Así como la idea de que hay que entregarse siempre al coito no “vaya tu pareja a dejarte o pensar…”

Todo esto, sin contar con la influencia creciente de la pornografía y los estándares falsos que impone.

Por otra parte, es necesario tener presente que, aunque siga sorprendiendo, sexualidad y coito están como pegados con loctite. Parece que todo debe ir dirigido hacia el coito, la penetración, y claro, la vagina debe estar “siempre lista”, a pesar de que:

  • Sea la primera vez y esté muerta de miedo, 
  • Esté más nerviosa que un flan, 
  • Tenga miles de dudas
  • Las cosas en la relación no vayan precisamente bien
  • El o la de enfrente, no sepan muy bien que hacer, 
  • Aquello no le esté gustando lo suficiente, 
  • Le aterre poder quedarse embarazada, 
  • Crea estar haciendo algo malo o muy malo
  • Haya llegado ahí presionada, “no vayan a pensar que soy una estrecha, o una frígida”, o….
  • Un largo etcétera

Con una cabeza hecha un lio, complicado desliar una vagina.

-Devidamente

Como mencionábamos más arriba, la excitación en muchos casos puede ser totalmente normal. Las hormonas hacen su labor y todo transcurre por una senda “normal”. Es en el momento de la penetración cuando se produce una intensa contracción de la musculatura vaginal que hace muy complicada o imposible la penetración.

Además de ese reflejo involuntario de contracción, la anticipación del dolor, la existencia de temores, determinadas creencias, mitos, etc,…,  disparan reacciones de ansiedad y angustia que anulan la excitación y  refuerzan el ciclo provocando una escasa o nula lubricación y una incapacidad de relajación de la musculatura vaginal o su contracción y cierre total.

Esto lleva a una experiencia sexual dolorosa o muy dolorosa.

Lo anterior no necesariamente tiene que ocurrir en el transcurso de una relación sexual. No son pocas las adolescentes que afrontan con miedos y temores sus ciclos menstruales y su relación con los tampones. En esas situaciones pueden producirse reacciones de malestar, dolor, molestias, y que se asocie con la penetración. La vagina anticipa dolor, se protege y reacciona de manera defensiva e involuntaria con una fuerte contracción que impida cualquier penetración.

Si todo esto lo aderezamos con una tendencia  a que en la relaciones sexuales todo ocurra de manera rápida, a que lo preliminares pasen casi desapercibidos, para ir “rápido al tema”, la cosa se complica.

Los juegos, las caricias, los  besos, y un largo etcétera, son rituales importantes que permiten a las mujeres  excitarse, y que todo se desarrolle de manera natural. Aquí, ni cada mujer es igual, ni cada pareja es igual, ni cada relación es igual, ni cada momento de la relación es igual, y  a veces no harán falta, pero otra muchas si y serán son “los susurros en el oído los que harán vibrar la vagina”.

Otra cuestión que no debemos dejarnos en el tintero, y que es una variable creciente que incide psicológicamente en la sexualidad, es la tendencia, y para muchas personas la necesidad, de  aparentar. Existe una buena dosis en estos tiempos de postureo sexual, de creer que por norma se hace el amor X veces por semana y poco menos que eres o debes ser una fiera en la cama. Así, cuando una mujer tiene una dificultad o no cumple con los “requisitos” a nivel sexual, suele vivirlo con miedo, silencio y vergüenza. Su autoestima suele verse afectada y esa es la mejor manera de cronificar las cosas.

Nos encontramos en la consulta con mujeres que llegan con vergüenza, culpa, impotencia y miedo, mucho miedo. Y esto es imprescindible abordarlo en primer lugar y borrarlo del mapa.

Todo lo anterior se puede encontrar en: 

  • Ansiedad antes de la penetración
  • Miedo a padecer dolor
  • Miedo a quedar embarazada
  • Haber experimentado experiencias sexuales negativas
  • Depresión
  • Baja autoestima

Mención especial tiene el hecho de haber sufrido violación o abusos, con un impacto normalmente que excede lo que aquí estamos tratando, siendo un episodio traumático en la vida de las mujeres que los sufren y donde el vaginismo, puede que solo sea uno de los múltiples efectos.

Como siempre, la buena noticia para el final. Afortunadamente el vaginismo puede tratarse y trabajarse, y que la mujer que quiera resolverlo, sepa que puede lograrlo, que hay terapias eficaces que la ayudarán a reencontrarse con su sexualidad.

Y aquella mujer que opte por vivir una sexualidad sin penetración, adelante, la sexualidad es mucho más rica y va muchas más allá que el coito y puede vivirse placenteramente.

¿Y cómo se trata el vaginismo?

El vaginismo no se suele resolver sin ayuda, pero por otra parte, el  porcentaje de éxito es muy elevado. 

Todo el proceso de tratamiento  y entrenamiento lo que persigue es ir aprendiendo a “romper” las asociación entre penetración (no nos referimos solo al pene) y dolor.  Ir aprendiendo progresivamente a reducir la tensión de los músculos vaginales y el temor al dolor que se siente al tocar la vagina o cuando se mantiene relaciones sexuales. 

Así, el objetivo y fundamente del proceso terapéutico es eliminar la reacción vaginal condicionada, por medio de dedos y objetos de tamaño creciente y el control y, entrenamiento de los músculos pubococígeos

De partida y por si acaso hay tentaciones de acelerarse, prohibición de intentar la penetración en las relaciones sexuales hasta nuevo aviso. Cero exigencias, cero presiones.

Se irá avanzando desde la exploración de la vulva y la entrada vaginal centrándose en la sensaciones, pasando por introducir un dedo, introducirlo y moverlo, …., incorporar tampones, incorporar dilatadores,…, trabajos con el pene (importante la implicación total de la pareja),…hasta haber descondicionado la respuesta automática de la vagina y que sea una situación agradable, deseable y placentera.

En ese proceso es fundamental aprender a localizar la musculatura que rodea la vagina (musculatura perineal, suelo pélvico) y notar su tensión y relajación. Indispensable para  aprender a relajarla. Los Ejercicios de Kegel, que implican la contracción y relajación de los músculos del suelo pélvico, nos ayudarán en esa tarea

En paralelo, suele ser necesario “trabajar” a nivel cognitivo y reestructurar algunas cuestiones. Determinadas ideas, actitudes, exigencias autoimpuestas, un exceso de autoobservación, son algunas de las variables cognitivas, mentales, que suelen estar presentes y que interfieren con el buen desarrollo de las respuestas sexuales (involuntarias todas ellas). No se puede arreglar una vagina si la cabeza esta hecha polvo.

Trabajar con técnicas de relajación también es un buen aliado terapéutico

Con cariño, trabajo, tiempo y dedicación, tu vagina volverá a sonreír, y lo más importante, la sexualidad será fuente de placer y bienestar.

Asi que ya sabes. Encantados de poder  ayudarte.