¿Esperanza, Deseos, Propósitos, Optimismo?
Antes de nada, queremos desde aquí, enviar a todo el mundo nuestros mejores deseos para que no falte la energía y la fuerza para hacer frente a lo que vaya llegando y vayamos construyendo, para exprimir a tope lo bueno, y afrontar sanamente lo no tan bueno. Ánimo y a por ello.
Y ahora ya si, adentrémonos un poco en el escenario de los deseos y los “buenos propósitos”. Y sobre todo, adentrémonos un poco en cómo conseguir hacerlos realidad, o al menos, como acercarnos lo máximo posible
Andamos rodeados de mensajes que invitan y alientan a emprender, a ser “dueñ@s de nuestros sueños”, a conseguir lo que se quiera, a que se hagan realidad los deseos de cada un@.
Desde luego, son mensajes y consignas motivadores y positivos, eso desde luego. Y del mismo modo el “si quieres puedes”, que normalmente van juntos, es igualmente una consigna motivadora, positiva y que impulsa a trabajar y esforzarse por mejorar y mejorarse.
Todo eso es cierto. Pero subyace un optimismo y un céntrate solo en lo que que “vas a conseguir” que mucho nos tememos que dejar fuera aspectos muy importantes y claves para acercarse a lo que cada un@ puede desear.
Deseos y buenos propósitos, ¿con eso basta?.
Los departamentos de marketing lo saben bien y tienen clarísimo, que cada 31 de diciembre y cada 31 de agosto, los propósitos de que algo tiene que cambiar están a flor de piel, y se disparan las campañas de seguros dentales, de bonos de gimnasio, de colecciones de literatura, de cursos de inglés, tratamientos para dejar de fumar,…
“Este año empiezo a correr y me pongo en forma”
“Este curso si que si ,me pongo en serio con el ingles”
“Voy a dejar de llegar a tarde a los sitios”
“Me voy a tomar las cosas con mas calma”
Y una larguísimo listado de deseos y cosas a cambiar. Evidentemente no se limita a estas fechas, de hecho, cualquier día es un buen día para plantearse el propósito de cambiar y desear “algo”. Sin embargo son momentos donde es frecuente que surjan los propósitos de cambios y de iniciar nuevos proyectos
En este punto es el momento de decir que la respuesta a la pregunta ¿basta con proponérselo, con desearlo?, es un rotundo NO. El hecho de desear “algo” o tener el propósito de ese “algo”, no son suficientes. Sin duda son necesarios, pero no suficientes.
Si eso que deseo, eso que me propongo, no creo que sea posible ¿cómo conseguirlo?. Se hace evidente, por lo tanto, que se ha iniciar una acción, de actuar, de hacer algo, para alcanzar eso que se desea conseguir.
En este punto es donde entra en escena el Optimismo, el pensar acerca de las posibilidades de conseguirlo.
¿Es determinante el Optimismo?
“Tienes que ser optimista”, “visualizar el éxito y estar seguro de que todo saldrá bien es la clave”, “piensa que lo conseguirás, y lo conseguirás”,….
Cada día son más las voces que se hacen eco de mensajes como estos, y utilizando argot de las las redes sociales, van camino de convertirse en “Trending topic” y marcan tendencia de pensamiento.
Sería temerario decir que lo anterior no tiene sentido y que es algo a evitar. En absoluto. Resulta complicado pensar en iniciar cualquier proyecto, con el convencimiento de que NO se conseguirá. Por lo tanto, creer que SI se logrará es una opción mucho más alentadora y que mueve a la acción.
Las cuestión es que el Optimismo con frecuencia tiende a contemplar únicamente la opción de que “tiene que salir bien”, y esto tiene un componente un tanto tóxico. Y para ponerlo en evidencia, lo mejor es traer a colación la que se conoce como la Paradoja de Stockdale basada en al experiencia de James Stockdale en el guerra de Vietnam..
Stockdale durante 8 años fue prisionero del Viet Cong, durante los cuáles fue torturado junto con otros prisioneros estadounidenses. Afortunadamente Sotckdale sobrevivió y sus observaciones ahora nos aportan una información muy valiosa. Lo que observó fue que los prisioneros que eran más optimistas, fueron los que menos sobrevivieron
Aquellos que estaban convencidos de que pasarían las Navidades en Casa, que los liberarían rápidamente; pasadas 2, 3, 4 Navidades y ver que seguían allí, se desmoronaban, deprimían y terminaban por rendirse y no sobrevivir.
Los que sobrevivieron, mantenían la esperanza de ser libres un día, pero sabían que estaban en la peor situación en la que habían estado nunca y como tal la entendían, la aceptaban. Eso les hizo resistentes para seguir en pie.
Tomando las palabra de Mario Benedetti
“Un Pesimista es un Optimista bien Informado”.
Si el optimismo hace perder de vista la realidad, se vuelve tóxico y no ayuda a lograr lo que se desea.
Si en los últimos 5 años no he logrado dejar de fumar, he abandonado la academia a los 3 meses, he seguido con las mismas rutinas que me hacha llegar tarde,…¿porqué de repente eso dejará de ser así?.
Un optimismo excesivo roza el autoengaño, y nos aleja de observar, analizar y afrontar las dificultades que podemos tener para lograr lo que queremos.
¿Hay que pensar entonces en negativo?. Noooo, claro que no. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y efectivamente es así. Perdida la esperanza, la depresión acecha, como muy bien apuntó Martin Seligman, cuando investigó y desarrolló su teoría de la desesperanza para explicar la depresión y sobre la que se ha ido investigando y matizando, pero que sigue vigente.
Los extremos son malos consejeros, ni un optimismo excesivo o ingenuo, ni el pesimismo más exacerbado. En el equilibrio tenemos la virtud, y ahí es donde encontramos la clave para afrontar con éxito nuestros retos y la vida: LA ESPERANZA.
¿Qué es la Esperanza?
¿A qué nos referimos aquí con esperanza?. El concepto de Esperanza se ha abordado desde muchos enfoques, como puede ser la filosofía, o la religión, donde se ha vinculado al concepto de fe.
Nosotros vamos a centrarnos en el estudio y acercamiento práctico que se ha hecho desde la psicología. Para nosotros la esperanza constituye una emoción y un estado mental y motivacional que nos predispone a la acción y al afrontamiento de los retos que se nos presentan.
El psicólogo Charles R. Snyder desarrolló en 1994 el que ha sido y es el modelo cognitivo más relevante e investigado sobre la esperanza. Sin duda, es el modelo más práctico y operativo que nos aporta claves esenciales para favorecer el acercamiento a conseguir cumplir los propósitos y deseos.
Según este modelo, con el que estamos plenamente de acuerdo, la esperanza es un rasgo cognitivo, un estilo mental que favorece el afrontamiento de los objetivos planteados en nuestra vida, y que tiene 2 grandes componentes:
- La Capacidad para determinar Metas /objetivos personales (profesionales, deportivos, privados,…). La llamó Agency.
- La Capacidad para identificar y establecer rutas, planes, pasos para conseguirlos, contemplando los posibles obstáculos para alcanzarlos. La llamo Pathways.
Esa capacidad mental que incorpora ambos componentes es lo que posibilita que nos pongamos en marcha e iniciemos el camino para conseguir nuestros propósitos, y que seamos persistentes en ello, aunque nos encontremos con dificultades, recaídas, …
Así, como el propio Snyder relacionó, la Esperanza y la fuerza de voluntad están estrechamente relacionadas. Muy probablemente sean dos modos diferentes de denominar lo mismo.
Por lo tanto, a diferencia del optimismo, la Esperanza supone e implica:
-La existencia de una meta y un objetivo propio.
-El disponer de un plan de acción.
-Ser realista y contemplar dificultades y obstáculos ( saber que nos costará, que puede que recaigamos, que es posible que surjan imprevistos,…).
-Tener presente que es posible que a la primera no se logre.
Por lo tanto, ante cada propósito o deseo que te propongas, es importante abordarlo con esperanza, y la esperanza, como todo en la vida, puede entrenarse y trabajarse. Para ello conviene detenerse y plantearse:
1 – Define tu objetivo
¿Qué quiero realmente conseguir?.
¿Por qué quiero hacerlo?
¿Para qué?,…
2- Define tu Plan
¿Cómo lo haré?
¿Dónde?
¿Cuándo?
¿Con qué o con quién? (¿sol@?, ¿con ayuda?,…)
¿Que dificultades puedo encontrarme?
¿Cómo las resolveré?,…
Existe otro aspecto esencial. Creernos capaces de alcanzar nuestro propósito. Esto hace que sea importante prestar atención a lo que pensamos sobre nuestra capacidad para afrontar aquello que nos proponemos. En mucho casos, probablemente sea el primer gran escollo a salvar. Aquí pueden interesarte otros blog publicados.
Y con esperanza no solo nos preparamos mejor para conseguir que lo que nos proponemos que se cumpla, sino que nos aporta otros mucho beneficios:
– Tendremos mejores estrategias de afrontamiento ante posibles enfermedades o adversidades.
-Nos protege de los efectos negativos del estrés, generándose menores niveles de emoción negativa (ansiedad, tristeza,…) – (Snyder 2002)
-Favorece una mejor salud mental, aportando mayor satisfacción con la vida (Alarcon, Bowling y Khazon, 2013)
La Esperanza, en definitiva nos aporta fortaleza. Como tal no se ha vinculado, peor es indudable la relación entre la Esperanza y la Resiliencia.
Sea como sea, y al margen de disquisiciones teóricas. Trabajar, entrenar y fomentar la Esperanza es probablemente unos de los mayores impulsos que podemos generar. Ánimo y afronta tus retos con ESPERANZA.
Ayudarte es nuestra razón de ser. No dudes en contactarnos.
Sin esperanza no se puede vivir, eso está claro. Gracias por el post.
Así es. Sin la Energía de la Esperanza que nos impulse a seguir trabajando y esforzándonos por alcanzar y luchar por lo que queremos, complicado seguir adelante. Gracias a vosotros, Un placer compartir lo que vamos publicando. Gracias por leernos.