LA CULPA
Hola, soy la culpa. O mucho me equivoco, o ya nos conocemos.
Sin embargo, me parece importante hablar en primera persona y que se me conozca un poco mejor, porque tengo la sensación de que hay demasiada mala presa sobre mi, y sinceramente, creo que tengo más cosas buenas que malas.
Cuando la gente me siente, hay mucha tendencia a pensar “tengo que deshacerme de ella. Es mala, es muy molesta y no sirve de nada”.
He de decir al respecto, que encierra parte de verdad, porque puedo llegar a ser muy molesta e incómoda. Pero solo en una parte, porque no soy mala, y desde luego, soy mucho más útil de lo que parece.
Es más, sin mi, probablemente no serían posibles las sociedades. La manera de vivir que se conoce y se entiende actualmente, no existiría tal cual la conocemos.
Así que voy a tratar de exponer la cara “amable” de la culpa.
Nunca subestimes el poder la culpabilidad. Puede llevar a la gente a hacer cosas extraordinarias” – James Tupper
¿Qué es la Culpa?.
Todo el mundo ha experimentado la culpa en algún momento. Más intensa o menos, más pasajera o menos, pero culpa en definitiva.
De mi, de la culpa, han investigado y estudiado: la religión, el derecho, la filosofía, la psicología,…
No me voy a referir aquí a la culpa como recurso Legal. Ahí, las sentencias de culpabilidad o no culpabilidad se desarrollan en el ámbito de la jurisprudencia y necesariamente me implican. Me explico.
Una misma sentencia condenatoria, de culpa probada, puede que en una caso suponga un sentimiento de culpa en el condenado, pero en otro caso, puede haber una total ausencia de sentimiento de culpa. Por esta razón, voy a centrarme en la culpa únicamente como sentimiento.
En ese sentido, podemos decir que la culpa es la respuesta, la expresión y la consecuencia de considerar que se ha hecho algo que no debería haberse hecho, o bien que no se ha hecho algo que si debería haberse hecho.
Dicho de otro modo, la culpa aparece cuando se cree que se ha vulnerado el sistema de creencias que una persona tiene respecto a lo correcto o lo incorrecto. Surge cuando se transgrede el sistema de principios y moral que la persona tiene, muchos de los cuales son compartidos por su entorno y contexto social y cultural.
Planteada la definición de qué es la culpa, surge una pregunta clave para entenderme, y del mismo modo, entender los aspectos positivos y “deseables” de la culpa (culpa adaptativa” de aquellos negativos o indeseables (culpa desadaptativa o patológica). La pregunta es ¿por qué existe la culpa?, ¿cumple alguna función?.
¿Por qué existe?
Hagámonos una pregunta ¿sería posible nuestro estilo de vida, tal y como lo conocemos, si no existiera la Culpa?.
Con estilo de vida, me refiero al modo en el que se construyen los sistemas familiares, los grupos sociales, las relaciones personales, los sistemas judiciales, los sistemas de asistencia social, etcétera, etcétera. Pensemos un poco en ello antes de seguir leyendo.
Reflexionar en lo anterior, necesariamente nos lleva a incorporar una variable crítica: los demás.
Como seres vivos gregarios, sociales, vivimos y nos desarrollamos en grupo. Siempre formamos parte de al menos un grupo: familia, amigos, club, un pueblo, una villa, un estado,…
Lo anterior lleva implícito pensar en el/la otr@, en l@s otr@s. Se hace necesario por lo tanto tener la capacidad de empatía, de empatizar con el otro, que no es otra cosa que la capacidad de atribuir a otra persona pensamientos e intenciones, y por lo tanto, también sentimientos. Esa capacidad y ese “conocimiento” es lo que permite predecir el comportamiento de esa otra persona.
Esto se engloba en la llamada teoría de la mente, un concepto usado en la psicología y en las ciencias cognoscitivas, así como en la filosofía, y que hoy sabemos que tiene un sustrato neurológico. Una de las funciones y especializaciones de nuestro cerebro es precisamente la percepción del otr@ como un ser pensante y con sentimientos.
La alteración de esas funciones, como ocurre en todos los trastornos del espectro autista o en las personalidades psicopáticas, implica tener dificultades para identificar y procesar esa dimensión del otr@ y por lo tanto condiciona y dificulta la interacción adecuada con los demás. En esos casos, existe una incapacidad o dificultad para experimentar, CULPA.
Es este sentido, el profesor de la Universidad Ramon Llull, Ignasi Boada reflexiona a este respecto y se pregunta si “hoy las personas no tienen la sensación de haber pasado de una cultura donde la Culpa estaba muy presente, a otra época donde parece que la culpa se ha difuminado y en la que nos hemos vuelto expertos en buscar culpables de todo lo que no funciona, y donde no nos sentimos culpables de nada.”
Sin duda una reflexión interesante, y que tiene mucho que ver con responsabilizarse o no hacerlo de los propios actos, las propias reacciones y de las propias emociones.
Pero no vamos a profundizar en ello, porque implica variables más allá de lo que nos ocupa aquí.
Así pues la culpa cumple, entre otras, una función de cohesión y equilibrio social, nos ayuda a regular el comportamiento respecto a l@s demás y a los dem@s, respecto de un@.
Pero no es esta la única bondad de la culpa.
Las bondades de la Culpa.
Aunque ya lo hemos dejado planteado en el punto anterior, es importante incidir en lo importante y positiva que es la culpa para poder establecer relaciones adecuadas con los demás.
La culpa y el desarrollo de relaciones
Nuevamente, detengámonos a revisar algunas preguntas:
¿Qué crees que pasaría si no se “sintiera” culpa ante el malestar de la pareja ante una determinada manera de contestar, de actuar respecto a él/ella, de comportamientos relacionados con su familia o su círculo social,…?
¿Cómo piensas que sería la situación en el trabajo si no se experimentara culpa ante retrasos en la entrega de un trabajo, incumplimiento con un/a compañer@, apropiarse del trabajo de otr@,…?
¿Y si no existiera la respuesta de culpa ante el hecho de no atender los cuidados de los padres, hijos, pareja, etc,?
Cuando crecemos, nos sentimos un poco desleales. sin culpa no hay crecimiento. – Elsa Punset
Seguramente todas esas relaciones estarían deterioradas. Por eso, la culpa es una aliada que ayuda a:
- Cambiar determinados comportamientos
- Evitar ciertos comentarios.
- Modificar algunas percepciones y/o opiniones del otro
- Realizar renuncias en favor del otro
- ETC.
La culpa y el desarrollo personal.
Las bondades de la culpa no se limitan a las relaciones con l@s demás. Soy una pieza clave, junto a otras, para que las personas se desarrollen, para que procuren alcanzar las mejores versiones de si mismos.
Por una parte, en esa labor influye lo expuesto más arriba en lo que tiene que ver con l@s demás, pero no es suficiente.
La capacidad de experimentar culpa ante el hecho de no estar satisfecho con el resultado de un trabajo, o del tiempo invertido en ayudar a otr@, o incluso del esfuerzo dedicado a conseguir un objetivo, es un impulso importante y necesario para:
- Buscar la manera de mejorar
- Encontrar modos alternativos de abordar un reto
- Redoblar esfuerzos para superar un objetivo
- Revisar las prioridades en la vida
- ETC.
¿Y la parte negativa?
Evidentemente no todo en mi es positivo. En mi defensa diré que el problema no está en la Culpa en si misma, sino más en las variables que hacen que o bien no esté presente, o bien esté presente de manera permanente.
Que la culpa puede ser un problema por defecto, ya lo hemos estado comentando más arriba. En este sentido, es evidente que su ausencia y por lo tanto la incapacidad de conectar con los sentimientos, inquietudes, preocupaciones, y afectos de los demás, lleva a comportamientos que dificultan una adecuada integración con los demás.
La culpa también puede ser tóxica si es el recurso esencial que se emplea para conseguir la ayuda, el apoyo o incluso los recursos de otr@s. Recurrir a la manipulación, no es otra cosa que provocar respuestas de culpa en el otr@, y si bien a corto plazo puede reportar réditos, a medio y largo plazo acarrea el rechazo y la desaprobación de l@s demás
Del mismo modo, un estilo de pensamiento perfeccionista y excesivamente rígido puede llevar a considerarse omnipotente y creer que todo depende de un@, y que el bienestar o el malestar de los demás es responsabilidad de un@, o bien que un@ debe siempre actuar de la manera correcta, perfecta y dar respuesta siempre a las expectativas de otros. Ante esto es probable que se experimente culpa de manera persistente y excesivamente intensa.
Pero como comentaba antes, aquí, se trata más bien de la existencia de un esquema aprendido rígido y desadaptativo que esté precipitando la culpa de manera continua y poco saludable. Por lo tanto, no se trata tanto de “matar la mensajero”, oséase a la culpa, como de aprender a modificar el mensaje.
Además en esos casos, la Culpa raramente moviliza hacia el cambio, si no que tiende a producir bloqueo. Por esto es importante pedir ayuda y aprender a flexibilizar esos esquemas
Existe otro aspecto en el que la Culpa no favorece sino que dificulta afrontar determinadas situaciones. Me refiero a la reacción paradójica donde las víctimas son las que experimentan la culpa. Víctimas de agresiones sexuales, Víctimas de Bulling, Víctimas de Violencia doméstica,…
En este último caso, es la atribución de la responsabilidad de no haber evitado o haber hecho lo suficiente para evitar la agresión, o bien el creerse que se es merecedor/a de tal agresión, normalmente por manipulaciones previas, lo que precipitará la respuesta de Culpa. Descubrir que se ha sido víctima y que en absoluto se es responsable de ello, es lo que hará que la culpa se diluya y desaparezca.
Así pues en mucho casos, podemos estar ante “la enfermedad de la culpa excesiva”, y donde la base es algo así como la idea de que lo que se siente debe ser real. Por lo tanto, si se experimenta culpa, ¡debe ser que se es culpable!. Esto desde luego, ¡¡¡no es cierto!!!!
Culpa y Perdón
Como la mayoría, por no decir todas las emociones y respuestas humanas, la culpa cumple funciones importante en las Personas. Nunca mi objetivo es causar daño, ni generar problemas. El malestar que provoco, es únicamente para señalar que hay algo que es importante cambiar.
Pero del mismo modo que es importante y positivo, darse cuenta de que algo que se ha hecho, o no hecho, puede no ser adecuado y cambiar la manera de actuar es la mejor opción, también es importante saber darse el derecho a equivocarse y cometer un error y perdonarse.
No huir de la culpa, ayuda a reflexionar, a desarrollarse a mejorar. Es verdad que soy molesta y que últimamente tengo mala prensa, pero de verdad que no soy el enemigo, solo quiero ayudar. Cosa distinta es que haya otras variables, como un un esquema muy rígido y perfeccionista, que haga que por “casi todo” se tenga que sentir culpa. ¡¡¡Es momento de revisar esos esquemas!!!.
De la misma manera, aprender a perdonar a los demás, también les ayuda a crecer, siempre y cuando exista un cambio por el medio.
Bien podemos plantear que CULPA – CAMBIO – PERDÓN, constituyen la Tríada del Desarrollo Personal, aderezada con una autoestima que impulse marcarse retos en la vida.
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